lunes, 24 de abril de 2017

Tailandia: La estrella del Sudeste Asiático

Nuestros días en Tailandia han sido de los mejores en este viaje. Nos habían hablado mucho de este país, de su belleza, de sus templos, de su gente y también de que era un lugar inseguro y que tenías que cuidar tus pertenencias durante los viajes sobre todo.
Pasamos allí unos 20 días y sólo tengo halagos para ese país. Sin duda entramos en Asia, después de andar unos 3 meses por el “subcontinente indio” nos adentramos en la cultura asiática. Tailandia tiene ciudades alucinantes, tiene campos verdes y cascadas inmensas. Tiene templos bellísimos y tiene su gente, no por nada se lo conoce como “el país de la sonrisa eterna”

Nuestra primera parada fue Bangkok. Y acá tampoco coincidimos con los relatos de viajes que hemos leído. Está buenísima. Es una mega ciudad, con cientos de shoppings de los más modernos que hemos visto, rascacielos, parques al estilo del Central Park en Nueva York, un río que la atraviesa y que permite recorrer la ciudad de punta a punta navegando en un bote público, un noche muy movida, con bares, restaurantes y boliches con decenas de chicas bailando sobre la barra. Y sobre todo con mucha pero mucha comida. Empezamos acá a descubrir la comida tailandesa. Y es muy fácil porque en cada cuadra hay un puesto callejero. Tengo entendido que todo tailandés tiene derecho a armar su puesto, y lo bueno es que trabajo (si quieren) no les falta. Las comidas, al tiempo, te das cuenta que son bastante parecidas en todos los puestos, pero cuando recién llegas se te desborda la mirada, el olfato y más que nada el gusto.  Hay una comida clásica, el Pad Thai: son noodles salteados con verduras, tofu, brotes de soja, puede ir acompañado con pollo o cerdo y se le agrega maní, limón y azúcar a gusto del comensal. Es una delicia y tan barato.. por 40 baths (1,20 USD) Tenes el almuerzo, cena o lo que quieras.  A partir de ahí el menú va variando en noodles con otras combinaciones, arroz con las combinaciones que se te ocurran y los pinchos de salchichas, de tofu, de verduras, de champignones, de panceta, de pescado, y les aseguro que puedo seguir. La comida en Thailandia resultó ser de lo más rico que hemos comido y hasta ahora y también la más barata.

Pad Thai!
Bangkok resultó ser fascinante, el parque que les mencioné es el Lumphini Park es, justamente una réplica del parque neoyorquino y aproveche varias veces para salir a correr. La experiencia hizo que me terminará de encandilar con esta ciudad, que me hiciera sentir parte. Así como me pasó cuando conocí Ciudad del Cabo en Sudáfrica, logré sentirme demasiado cómoda.


Lumphini Park - Bangkok

Lumphini Park - Bangkok

Navegando por el Chao Phraya

Wat Arun o Templo del Amanecer

Wat Arun

Después de algunos paseos obligados por la capital tailandesa tomamos un tren hacia el norte del país donde pasaríamos unos 15 días. La ciudad de destino era Chiang Mai. Viajamos en un tren nocturno y la experiencia fue muy buena. Después de padecer los trenes indios en clase “Sleeper” estos realmente eran un lujo. Camas perfectamente armadas con sus sábana, frazada, almohada y cortinas para tener un poco de privacidad. Hacer estos trayectos durante la noche son la mejor opción porque te ahorras la noche de hotel, con lo que el pasaje te sale casi regalado.

Chiang Mai es la ciudad más importante del norte. Desde ahí salen diferentes paseos. Algunos pasan unos 3 días máximo, otros, como nosotros, se quedan 15 días. Nos falló un poco el cálculo porque en realidad no había demasiado para hacer, pero ya teníamos pasajes sacados para volar al próximo destino asi que nos quedamos ahí viviendo un poco.

El norte de Tailandia poco tiene que ver con la gran Bangkok. Son zonas más rurales, con campos de arroz, con parques nacionales, con muchos templos, y con gente más calma y alegre. Aunque esto no es nuevo, en las ciudades siempre notamos a la gente más nerviosa y ansiosa, pero en los pueblos la vida pasa por otro lado., como en todo el mundo.

Chiang Mai tiene un centro antiguo que está bien delimitado porque es un perfecto cuadrado. Un poco más de 1km de cada lado cierran una ciudad “amurallada” (poco queda de esos antiguos paredones de ladrillo a la vista). Dentro de ese cuadrado se da el movimiento turístico, la mayoría de los hoteles y comercios están dentro. Nosotros nos alojamos afuera. Por el mismo o menor precio conseguimos un hotel con una pileta exterior que nos alegró los días!

Del norte conocimos Chiang Mai y Chiang Rai, una ciudad vecina a unos 200 km de distancia. Chiang Rai es más pequeña y humilde, con menos infraestructura, pero cuenta con uno de los templos más famosos de Thailandia y el motivo por el que la mayoría de los turistas viajan al norte del país: El Templo Blanco. A las fotos me remito, es fascinante. Fue construido por un artista Tailandes, que justo el día de nuestra visita estaba ahí firmando autógrafos, y sigue aún en construcción. Le están agregando nuevos espacios, todos bajo esa misma estética. El mismo artista construyó además una torre reloj en el medio de la ciudad que por las noches muestra un juego de luces y música muy bonito. Con hay dudas que gracias a este señor, la ciudad, turísticamente hablando, ha tomado relevancia.

Chiang Mai

Chiang Mai

 
Durante los días que pasamos en Chiang Rai alquilamos moto para recorrer los alrededores. Parques, Cascadas y más templos, y una parada de visita casi obligada, las villas donde viven las mujeres “jirafa”. Si las habré visto en la tele, y hasta en la presentación de MDQ. La entrada a la villa cuesta 300 baths (unos 9 dólares) por persona y te habilitan a ver varias villas donde viven diferentes etnias, sin embargo todos vamos ahí únicamente para verlas a ellas. Estas mujeres a la edad de 5 años comienzan a usar unos anillos alrededor de su cuello que a medida que pasa el tiempo van siendo cada vez más cantidad de anillos lo que les da una imagen de cuello alargado. Es bastante impresionante verlas, cómo se manejan con total naturalidad, trabajan con la tierra, se agachan y su cuello permanece estático. Las mujeres están ahí dispuestas a ser miradas y fotografiadas. Ofrecen souvenirs, artesanías, ropa y se las ve también haciendo alguna manualidad o trabajando la tierra. Pero basta con que te acerques para que se queden quietas, mirándote y te sonrían para la foto. Hace no muchos años se empezó a cobrar la entrada a las villas y entendieron que ese podía ser su mayor ingreso, así que la predisposición para con el turismo es total.  A los pocos días en un museo que visitamos leí un poco más sobre ellas. Y como mencioné al principio esos anillos en su cuello dan una imagen de un cuello alargado, de jirafa, sin embargo no es el cuello el que se alarga sino que las clavículas bajan de tal modo que ceden su espacio al cuello. Así es como da esa impresión. Sí es cierto que nunca más pueden sacárselo. El cuello termina teniendo tanta flexibilidad que si les faltaran los anillos no podría mantenerse firme y se morirían.

Templo azul en Chiang Rai

Tribu Karen Padagung

Tribu Karen Padagung - Mujeres Jirafa  

Templo Blanco

Templo Blanco

Gran cascada - Chiang Rai


El resto de los días por el norte elegimos pasarlos en Chiang Mai, una ciudad más grande, con más vida y un hotel con pileta, sobre todo. Nuestra segunda visita fue justo para el inicio del año nuevo Tailandes. Comenzó por acá el año 2560 y lo festejan como un cambio, la llegada de algo nuevo. Esa es la traducción de la palabra Songkran, su festival para recibir el año. Se trata de un festejo pasado por agua, donde todo el pueblo sale a las calles principales de la ciudad a tirar agua: pistolas de agua, baldes, mangueras, botellas, todo vale. Se aproximan las épocas de lluvias y es una bendición, por eso el festejo y en especial la veneración a Buda a quien agasajan tirándole agua en su hombro cada vez que pasan por en frente de una estatua de Buda. Toda una tradición por estos lados y nosotros la disfrutamos mucho. El calor es intenso y salir a tener batallas de agua no es algo que hagamos todos los días. Todo en un ambiente de felicidad, porque al ser el agua una bendición nada mejor que recibirla y tirársela a alguien, solo agradecimientos, risas y compartir el momento.

Festejos por Songkran


Mango Sticky Rice
Los tailandeses son muy educados, son limpios y callados, no hacen espamento por nada. Acostumbrados al turista hacen que te sientas como en casa,  saben que tienen un país hermoso y no por nada el año pasado Bangkok fue, después de Londres, la ciudad más visitada del mundo. Tienen comidas exquisitas y baratas, se puede comer en cualquier puesto, todo está limpio y siempre estará rico (salvo que te toque algo picante). Tienen un postre que me volvió loca, se llama Mango Sticky Rice: un mango entero cortado en pedacitos sobre un colchón de arroz medio dulzón  y una salsa de coco natural encima. Es una delicia. Son modernos y tradicionales a la vez. Nos sorprendió para bien en varios aspectos, da gusto vivir un poco por acá.
Pero tenemos mucho más por conocer asi que nos vamos a Vietnam y luego a Camboya para después volver a entrar a Thailandia, y sí todavía no queda por conocer el sur.
Nos vemos!


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