Nuestros días en
Tailandia han sido de los mejores en este viaje. Nos habían hablado mucho de
este país, de su belleza, de sus templos, de su gente y también de que era un
lugar inseguro y que tenías que cuidar tus pertenencias durante los viajes
sobre todo.
Pasamos allí unos
20 días y sólo tengo halagos para ese país. Sin duda entramos en Asia, después
de andar unos 3 meses por el “subcontinente indio” nos adentramos en la cultura
asiática. Tailandia tiene ciudades alucinantes, tiene campos verdes y cascadas
inmensas. Tiene templos bellísimos y tiene su gente, no por nada se lo conoce
como “el país de la sonrisa eterna”
Nuestra primera
parada fue Bangkok. Y acá tampoco coincidimos con los relatos de viajes que
hemos leído. Está buenísima. Es una mega ciudad, con cientos de shoppings de
los más modernos que hemos visto, rascacielos, parques al estilo del Central
Park en Nueva York, un río que la atraviesa y que permite recorrer la ciudad de
punta a punta navegando en un bote público, un noche muy movida, con bares,
restaurantes y boliches con decenas de chicas bailando sobre la barra. Y sobre
todo con mucha pero mucha comida. Empezamos acá a descubrir la comida
tailandesa. Y es muy fácil porque en cada cuadra hay un puesto callejero. Tengo
entendido que todo tailandés tiene derecho a armar su puesto, y lo bueno es que
trabajo (si quieren) no les falta. Las comidas, al tiempo, te das cuenta que
son bastante parecidas en todos los puestos, pero cuando recién llegas se te
desborda la mirada, el olfato y más que nada el gusto. Hay una comida clásica, el Pad Thai: son
noodles salteados con verduras, tofu, brotes de soja, puede ir acompañado con
pollo o cerdo y se le agrega maní, limón y azúcar a gusto del comensal. Es una
delicia y tan barato.. por 40 baths (1,20 USD) Tenes el almuerzo, cena o lo que
quieras. A partir de ahí el menú va
variando en noodles con otras combinaciones, arroz con las combinaciones que se
te ocurran y los pinchos de salchichas, de tofu, de verduras, de champignones,
de panceta, de pescado, y les aseguro que puedo seguir. La comida en Thailandia
resultó ser de lo más rico que hemos comido y hasta ahora y también la más
barata.
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Pad Thai! |
Bangkok resultó
ser fascinante, el parque que les mencioné es el Lumphini Park es, justamente
una réplica del parque neoyorquino y aproveche varias veces para salir a
correr. La experiencia hizo que me terminará de encandilar con esta ciudad, que
me hiciera sentir parte. Así como me pasó cuando conocí Ciudad del Cabo en
Sudáfrica, logré sentirme demasiado cómoda.
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Lumphini Park - Bangkok |
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Lumphini Park - Bangkok |
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Navegando por el Chao Phraya |
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Wat Arun o Templo del Amanecer |
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Wat Arun |
Después de
algunos paseos obligados por la capital tailandesa tomamos un tren hacia el
norte del país donde pasaríamos unos 15 días. La ciudad de destino era Chiang
Mai. Viajamos en un tren nocturno y la experiencia fue muy buena. Después de
padecer los trenes indios en clase “Sleeper” estos realmente eran un lujo.
Camas perfectamente armadas con sus sábana, frazada, almohada y cortinas para
tener un poco de privacidad. Hacer estos trayectos durante la noche son la
mejor opción porque te ahorras la noche de hotel, con lo que el pasaje te sale
casi regalado.
Chiang Mai es la
ciudad más importante del norte. Desde ahí salen diferentes paseos. Algunos
pasan unos 3 días máximo, otros, como nosotros, se quedan 15 días. Nos falló un
poco el cálculo porque en realidad no había demasiado para hacer, pero ya
teníamos pasajes sacados para volar al próximo destino asi que nos quedamos ahí
viviendo un poco.
El norte de
Tailandia poco tiene que ver con la gran Bangkok. Son zonas más rurales, con
campos de arroz, con parques nacionales, con muchos templos, y con gente más
calma y alegre. Aunque esto no es nuevo, en las ciudades siempre notamos a la
gente más nerviosa y ansiosa, pero en los pueblos la vida pasa por otro lado.,
como en todo el mundo.
Chiang Mai tiene
un centro antiguo que está bien delimitado porque es un perfecto cuadrado. Un
poco más de 1km de cada lado cierran una ciudad “amurallada” (poco queda de
esos antiguos paredones de ladrillo a la vista). Dentro de ese cuadrado se da
el movimiento turístico, la mayoría de los hoteles y comercios están dentro.
Nosotros nos alojamos afuera. Por el mismo o menor precio conseguimos un hotel
con una pileta exterior que nos alegró los días!
Del norte
conocimos Chiang Mai y Chiang Rai, una ciudad vecina a unos 200 km de distancia.
Chiang Rai es más pequeña y humilde, con menos infraestructura, pero cuenta con
uno de los templos más famosos de Thailandia y el motivo por el que la mayoría
de los turistas viajan al norte del país: El Templo Blanco. A las fotos me
remito, es fascinante. Fue construido por un artista Tailandes, que justo el
día de nuestra visita estaba ahí firmando autógrafos, y sigue aún en construcción.
Le están agregando nuevos espacios, todos bajo esa misma estética. El mismo
artista construyó además una torre reloj en el medio de la ciudad que por las
noches muestra un juego de luces y música muy bonito. Con hay dudas que gracias
a este señor, la ciudad, turísticamente hablando, ha tomado relevancia.
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Chiang Mai |
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Chiang Mai |
Durante los días que
pasamos en Chiang Rai alquilamos moto para recorrer los alrededores. Parques,
Cascadas y más templos, y una parada de visita casi obligada, las villas donde
viven las mujeres “jirafa”. Si las habré visto en la tele, y hasta en la presentación
de MDQ. La entrada a la villa cuesta 300 baths (unos 9 dólares) por persona y
te habilitan a ver varias villas donde viven diferentes etnias, sin embargo
todos vamos ahí únicamente para verlas a ellas. Estas mujeres a la edad de 5
años comienzan a usar unos anillos alrededor de su cuello que a medida que pasa
el tiempo van siendo cada vez más cantidad de anillos lo que les da una imagen
de cuello alargado. Es bastante impresionante verlas, cómo se manejan con total
naturalidad, trabajan con la tierra, se agachan y su cuello permanece estático.
Las mujeres están ahí dispuestas a ser miradas y fotografiadas. Ofrecen
souvenirs, artesanías, ropa y se las ve también haciendo alguna manualidad o trabajando
la tierra. Pero basta con que te acerques para que se queden quietas, mirándote
y te sonrían para la foto. Hace no muchos años se empezó a cobrar la entrada a
las villas y entendieron que ese podía ser su mayor ingreso, así que la
predisposición para con el turismo es total. A los pocos días en un museo que visitamos leí
un poco más sobre ellas. Y como mencioné al principio esos anillos en su cuello
dan una imagen de un cuello alargado, de jirafa, sin embargo no es el cuello el
que se alarga sino que las clavículas bajan de tal modo que ceden su espacio al
cuello. Así es como da esa impresión. Sí es cierto que nunca más pueden sacárselo.
El cuello termina teniendo tanta flexibilidad que si les faltaran los anillos
no podría mantenerse firme y se morirían.
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Templo azul en Chiang Rai |
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Tribu Karen Padagung |
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Tribu Karen Padagung - Mujeres Jirafa |
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Templo Blanco |
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Templo Blanco |
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Gran cascada - Chiang Rai |
El resto de los
días por el norte elegimos pasarlos en Chiang Mai, una ciudad más grande, con
más vida y un hotel con pileta, sobre todo. Nuestra segunda visita fue justo
para el inicio del año nuevo Tailandes. Comenzó por acá el año 2560 y lo
festejan como un cambio, la llegada de algo nuevo. Esa es la traducción de la
palabra Songkran, su festival para recibir el año. Se trata de un festejo pasado
por agua, donde todo el pueblo sale a las calles principales de la ciudad a
tirar agua: pistolas de agua, baldes, mangueras, botellas, todo vale. Se
aproximan las épocas de lluvias y es una bendición, por eso el festejo y en
especial la veneración a Buda a quien agasajan tirándole agua en su hombro cada
vez que pasan por en frente de una estatua de Buda. Toda una tradición por
estos lados y nosotros la disfrutamos mucho. El calor es intenso y salir a
tener batallas de agua no es algo que hagamos todos los días. Todo en un
ambiente de felicidad, porque al ser el agua una bendición nada mejor que
recibirla y tirársela a alguien, solo agradecimientos, risas y compartir el
momento.
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Festejos por Songkran |
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Mango Sticky Rice |
Los tailandeses
son muy educados, son limpios y callados, no hacen espamento por nada. Acostumbrados
al turista hacen que te sientas como en casa, saben que tienen un país hermoso y no por nada
el año pasado Bangkok fue, después de Londres, la ciudad más visitada del
mundo. Tienen comidas exquisitas y baratas, se puede comer en cualquier puesto,
todo está limpio y siempre estará rico (salvo que te toque algo picante).
Tienen un postre que me volvió loca, se llama Mango Sticky Rice: un mango
entero cortado en pedacitos sobre un colchón de arroz medio dulzón y una salsa de coco natural encima. Es una
delicia. Son modernos y tradicionales a la vez. Nos sorprendió para bien en
varios aspectos, da gusto vivir un poco por acá.
Pero tenemos
mucho más por conocer asi que nos vamos a Vietnam y luego a Camboya para
después volver a entrar a Thailandia, y sí todavía no queda por conocer el sur.
Nos vemos!
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