24 Millones
El viaje pasa tan
rápido como el paisaje que veo en este momento por la ventana. Vamos en viaje
desde Shanghai a Beijing en uno de los tantos tren bala con los que cuenta
China. 1400 km. en poco más de 4 horas. Inaugurado en el 2008, el tren bala de
China se convirtió en la red más amplia del mundo en cuanto a trenes de alta velocidad. Tan rápido va todo que ya
dejamos atrás Shanghai y nos cuesta creerlo. Una ciudad con 24 millones de
habitantes, con los rascacielos más altos de China, con el skyline más bello y
futurista que hayamos visto y con el consumismo como su principal cara, en un
país socialista, Shanghai es la gran excepción.
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Al fondo, la Perla de Oriente. |
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Eternos viajes en metro |

Me van a decir, pero si en Tokyo eran más! Si pero a diferencia de los japoneses que circulan y viajan con el único objetivo de llegar a sus oficinas y por la tarde/noche para volver a casa y esperar adentro la próxima jornada, los chinos viven la calle. Más cerca de los indios, en China la calle se vuelve una extensión de la casa. Una comida en una mesa armada en la vereda, una clase de gimnasia en la esquina del barrio, el lavarropas que funciona justo en la entrada de la casa o bien descansando en una reposera viendo pasar a los transeúntes. Dicho esto quiero que se imaginen cómo pueden ser las calles con tantos millones circulando a diario. Y un escenario peculiar de ese panorama son los subtes. La línea de subterráneos de Shanghai es inmensa, cubre 588 kilómetros con sus 14 líneas y sus 364 estaciones. Sin embargo es muy fácil entenderlas. Por lo menos para nosotros fue simple, o será que ya aprendimos demasiado a movernos en grandes ciudades? J Las estaciones de metro en Shanghai son sobre todo GRANDES. Grandes pasillos, grandes plataformas, todo es amplio y espacioso. Todo armado y pensado para albergar un gran caudal de gente. De un estilo muy minimalista sin nada que entorpezca el paso más que unas barreras de hierro que te indican para que lado moverte, vos y la masa, para combinar con otra línea y encontrar la salida. Mientras en Japón se esfuerzan por ni si quiera rozarte el brazo, acá pasamos al lado opuesto de un soplido. Empujones, celulares que suenan constantemente y gente hablando muy fuerte, así transcurren los paseos en subte en china.
El cambio viniendo de Japón fue muy notorio. Un poquito más cerca de lo que somos nosotros, en cuanto a empujones y ruidos, pero con el plus de la cantidad de gente. Les aseguro es muy apabullante la cantidad que son.
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La peluquería en la vereda |
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Paparazzis sacándonos fotos! |
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Esta foto nos la mandó uno de los fotógrafos chinos. Para nosotros era muy graciosa la situación. |
Caminando la gran ciudad
Pero no le
tenemos miedo a la masa y cada día salimos a caminar un espacio diferente de la
ciudad. Aunque casi siempre cerramos la jornada en la joyita de Shanghai, el
Bund de un lado y Pudong del otro. A un lado y al otro del río HuangPu se
levantan orillas muy diferentes y bellas las dos. Cada una con un estilo muy
particular. El Bund es la parte antigua, con edificios neoclásicos, de herencia
inglesa y francesa. Allí están la Aduana y los principales bancos de China. Y
cruzando el HuangPu que se puede hacer en ferry por unos 20 céntimos de dólar,
está Pudong y sus altas cumbres. La Perla del Oriente, la torre Jin Mao, el
World Financial Center. Construcciones de lo más futurista que haya visto antes.
Una muestra del poderío chino, en la ciudad que se volvió el centro financiero
más importante del país. Y es que tener enfrente semejante espectáculo, y
superada la admiración por tanta belleza arquitectónica, te queda un
sentimiento: estos chinos la tienen atada!
Fuera de esa
costa maravillosa no queda demasiado por ver en Shanghai. Poco tiene de tradicional,
con tres templos para visitar, mercados, jardines, una gran peatonal
con carteles de neón y muchos, muchos shoppings. Todas las marcas internacionales están en
Shanghai. Cuesta ver a Shanghai como parte de un país comunista, digamos que es
su permitido, porque acá el consumo es el mejor amigo de los chinos. Caminamos
por barrios como Xintiandi y Tianzifang en donde se puede ver gente con un nivel
económico más alto, y sólo ese tipo de gente. Ambos barrios, separados por una pocas cuadras son parte de la concesión francesa en la ciudad. Arquitectura muy occidental y marcas reconocidas hacen de estos barrios un espacio con una atmósfera muy peculiar en medio de la gran urbe china. Mientras que en zonas como la
peatonal Nanjing, el ambiente es mucho más popular. También repleta de gente, pero con un estado más descontracturado y sin tanta tendencia a la vista, ahí cada uno va como quiere, vale la panza al aire y hasta pasear en pijamas, algo muy común en los chinos. Entre estas dos zonas es muy notoria la
diferencia, parece que cada ciudadano tiene su espacio para caminar y disfrutar del paseo a su manera, pero sin mezclarse con otros estilos o con otras clases. Cada cual tiene su tipo de paseos, sus
tiendas y hasta sus comidas. Mientras que en Xintiandi los restaurantes ofrecen menús
internacionales, sushi, pastas, pizzas, en Nanjing se ofrecen grandes platos de
sopas con fideos y carne, noodles, o dumblings (una especie de raviol con diferentes tipos de relleno).
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Nanjing |
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Peatonal Nanjing |
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Xintiandi |
Otro paseo con un tinte más tradicional es el Mercado y el Jardín Yuyuan, un paseo obligado en la ciudad, pero tan desbordado de turismo local que uno quiere salir corriendo. Y es que China no precisa del turismo internacional para impulsar su economía. Para nada. Los chinos viajan tanto por su país que vayas donde vayas ellos serán mayoría. Moviéndose en grandes grupos y arrasando con todo a su paso con tal de seguir al que lleva el banderín al frente. Ya sabrán de lo que hablo, porque todos los padecimos en algún viaje!
VEO VEO
De a poco vamos observando a los chinos y ellos a nosotros. Tienen tanta curiosidad por el extranjero. Algo similar nos pasaba en India, donde nosotros éramos la cara nueva y ellos nos miraban sin reparar en que podían incomodarnos. Mientras los indios nos miraban desde una distancia prudente, nos estudiaban, los chinos son un poco más confianzudos. Ellos se acercan, se sientan a tu lado, te sacan muchas fotos, quieren llevarse el recuerdo de nuestra cara vaya a saber a donde. Nos pasó que paseando por el Bund un grupo de señores mayores con sus cámaras profesionales comenzaron a sacarnos fotos. Primero pensé que le sacaban a alguien detrás mío, pero no, ahí estaban captando el momento en que se cruzaron con dos extranjeros de un país que no conocen ni se animan a pronunciar. Tengo que decirles que los chinos no conocen Argentina. Nadie de todos los que nos preguntaron entendieron de qué país le hablábamos. Fuerte. Los chinos no saben que existimos! Pero su impertinencia también se vuelve tierna porque siempre están con una sonrisa y se muestran felices de haberse cruzado con nosotros, que les devolvemos ese mismo afecto por hacernos sentir especiales por un ratito.
Y observarlos a ellos es nuestro desafío, porque con este país también somos muy diferentes y hay costumbres que uno interpreta mal, que considera una falta de respeto, como estar viajando en el metro y que el señor de al lado escupa en el piso del tren del modo más asqueroso que hayas visto. Nadie presta atención ni hace gestos de desaprobación, cuando para nosotros fue lo más ordinario que podría haber hecho. Pero ahí estamos compartiendo el vagón con él y con tantos otros que consideran que eso está bien entonces habrá que verlo así y aceptar. Entre tanta gente a tu alrededor se vuelven muy tolerantes y pacientes tanto que dejan de ver, de escuchar y de sentir un empujón que los saque de su camino. Siguen andando, acá no pasó nada.
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Tren bala que tomamos para ir de Shanghai a Pekin |
De Shanghai nos movemos a la capital, Beijing o Pekin como prefieran. La ciudad de la Gran Muralla, de la Ciudad Prohibida, de la plaza Tian´anmen, mucha historia y grandes íconos por conocer. Nos encontramos por acá en unos días! Gracias por leer!
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